La valiente Lis

reno

En un bosque bañado por una gélida luz nórdica, estaba una pequeña llamada Lis.

En soledad, recordaba aquella noche de un día cualquiera, de un año cualquiera, aquella noche de palabras llenas de verdad, palabras con las que escribió su historia, esta historia.

Para que entiendas aquella noche, debes saber que Lis era una joven muy feliz, tenía tantos amigos que para ella la vida era una fiesta, siempre disfrutaba plenamente de sus aventuras. A ella lo que más le llenaba era sentirse la mejor guerrera, la más inteligente y sabida de toda su manada, con su corta edad poseía cierta chispa de la que otros carecían, por ello se convirtió en la líder, en la hembra guía de su rebaño. Todos eran sus amigos, o intentaban serlo, y sus días estaban llenos de muchos halagos.

Pero un día (vamos, tú y yo sabemos que en la vida siempre hay un pero), uno cualquiera como ya les he dicho, Lis descubrió la falsedad y la verdad, dos caras tan opuestas como cercanas, siempre tan juntas como alejadas.

Por destino o cosas de la vida, detalles que ahora sobran, Lis que estaba parada detrás de un frondoso arbusto, escuchó, sin querer obviamente, lo que realmente pensaban todos aquellos renos que decían ser sus amigos, con tristeza en su alma oyó que para ellos sólo era una tonta que creía ser y saber más que los demás. Al escuchar todo aquello, Lis aceptó que había razón en cada palabra, porque reconoció haberse perdido entre halagos, creyendo que su verdad era única y siempre dejó de lado consejos sabios por su soberbia. Porque pensaba que esa chispa tan característica en ella la hacía mejor que el resto, superior a ellos, con tristeza la pequeña empezaba a reconocer que hasta entonces había desperdiciado aquel don en alabanzas a sí misma.

En aquel instante la hembra de reno tenía dos alternativa, sólo dos, o eso pensó. Una, era desatar su furia por cada palabra, cada mentira, porque decían adorarla cuando no lo sentían, la verdad buenos amigos no eran.

O interpretar aquellas confesiones, aquellos secretos a voces como una lección, una nueva oportunidad en su vida.

Después, sólo después de desahogarse, de dejar salir lágrimas de sus ojos y de su pequeño corazón roto, pensó que debía seguir adelante. Miró al cielo y concentrándose en aquella luz que la envolvía, decidió ser más inteligente que los demás, pero esta vez de verdad.

Así que a la mañana siguiente, como cada día, se paró frente a su rebaño y guiada por una vocecita que salía del corazón, respiró profundo y supo que había llegado el momento para ser una verdadera líder, de ésas que enseñan, y que es igual que los demás.

Así fue como la valiente Lis, porque mira que hay que ser valiente para hacer lo que hizo, aprendió lo que era ser humilde de corazón y grande en razón.

Aquella noche simbolizó para ella un nuevo comienzo, cada vez era más noble y sensata, escuchaba a todos sin menospreciar ningún consejo por incoherente que fuera, porque al final todos tenemos un poco de verdad en nuestras palabras. Comprendió que el equilibrio en la vida es vital, que está bien que te elogien pero que también te reprendan cuando haga falta. Y para nunca olvidar aquel gran aprendizaje, la joven valiente, cada año para esas fechas, pasaba una noche en soledad junto aquel frondoso árbol, que le había servido de apoyo cuando le había necesitado.
Disfrutaba de su soledad, de sí, de su propia compañía, ya eso de estar rodeada de amigos que la alabaran había quedado en su pasado, no tan lejano.

Había entendido que la satisfacción estaba en dar más que en recibir. En felicitar a otros cuando alcanzaban metas o simplemente por sus buenas ideas.

A medida que ella cambió, lo hicieron aquellos que la rodeaban, porque bien es cierto que lo que está a tu alrededor es un reflejo de ti mismo.

Lis y yo, agradecemos por esos amigos, amigos de verdad que nos ha regalado la vida.

^_^

By Vane

 



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