Pachi, un mapache travieso.

Pachi es muy educado, obviando las veces que contesta a Marga, su madre, cuando ésta le dice que debe comerse todo para crecer sano y fuerte, o cuando hace pucheros porque no quiere tomar su baño. 

Le gusta mucho el cole, no por los ejercicios de mate que debe resolver en su estrecho pupitre color turquesa, sino más bien por las travesuras que hace con Oso, su amigo. Como la vez que escondieron en el cuarto de música el bolso de su profesora, quien pasó una hora buscando de un lugar a otro, un tanto desesperada, mientras le veían de lejos, con risas ahogadas.

Pachi espera ansioso cada tarde, ese momento que Doña Teresa, su abuela, llama la hora del burro por lo pesada que es. Mientras ella se echa la siesta,  Pachi disfruta entre dinosaurios, o jugando al superhéroe y salvador de todos los zapatos de su armario, que ordenados en fila hacen a su vez de pequeñas criaturas del espacio que esperan por él y su super poder para salvar el planeta.  

Se quita su capa de superhéroe, y con cometa en mano da saltos para sentir la suavidad de las nubes, ver la oscuridad del espacio, y hasta sentir el viento soplar en su cara mientras saluda las gaviotas que vuelan en el pueblo, un pedacito de cielo que visita cada verano. Bendita imaginación la de Pachi.

Entre sus juguetes preferido está un unicornio, un caballito de palo con un pequeño cuerno que le ha regalado la Abu, aunque está hecho con telas viejas y material reciclado, para él  es  el mejor unicornio del mundo mundial. 



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